Casi la mitad del país se encamina hacia un escenario de menores restricciones en lo social, mientras lo peor de la crisis se circunscribe al AMBA
Bajo el formato de cuarentena light o nueva normalidad, casi la mitad del país ingresó este fin de semana en un esquema cotidiano que incluye el regreso de los encuentros (acotados) con familiares y amigos, el turismo interno (sólo Jujuy) y las salidas recreativas con posibilidad, incluso, de disfrutar de un café o una comida en algún restaurante.
La postal contrasta con lo que ocurre en el resto de las provincias, especialmente la zona del AMBA, donde la curva de contagios todavía no permite vislumbrar un horizonte cercano de mejoría en cuanto a las restricciones que impuso la pandemia del coronavirus hace poco más de dos meses.
Bajo el paraguas de un Gobierno nacional que marca los trazos generales de las acciones, los gobernadores se han movido en este tiempo con notoria autonomía política para definir esquemas a medida de sus territorios.
Esa “libertad” para avanzar o retroceder, según el caso, es la principal de todos los mandatarios, especialmente en aquellos distritos donde la situación todavía se encuentra en una fase crítica merced a particularidades de demografía compleja con aristas sociales de difícil manejo y contención.
Lo cierto es que desde este fin de semana gran parte del país dio un paso adelante y profundizó las diferencias. Jujuy se convirtió en el primer distrito en volver a poner en marcha el turismo, con permisos de visitas y alojamientos, solo para los jujeños. La provincia había sido pionera también en la habilitación de deportes y salidas recreativas al sostener durante más de 45 días un registro sin casos positivos.
Mendoza, Salta, San Juan, San Luis, Formosa y Catamarca (las dos últimas sin casos desde el inicio de la pandemia) y La Pampa le devolvieron a las familias la posibilidad de mantener encuentros los fines de semana y los feriados, con restricción de hasta 10 integrantes y distancia mínima de 2 metros entre cada uno, con multas de hasta $50 mil para quienes incumplan.
En la puna jujeña, Clara y José Alberto recorren los puestos de ventas de artesanías de Purmamarca, con barbijo y respetando las distancias indicadas.
“Creo que a pesar del enojo inicial por el encierro, que hoy podamos salir y volver a disfrutar de nuestros paisajes y de nuestra gente es casi un regalo de Dios”, valoró Clara en una expresión que sin dudas sintetiza el pesar de la mayoría de los argentinos.
La pericia no sólo está en la excepcionalidad de un registro 0 de casos, porque los distritos que aún con cifras inicialmente preocupantes pudieron revertir y frenar a tiempo los contagios también suman a un lote de “ganadores” primarios que parece dibujarse tácitamente -quizás hasta de manera apresurada- en la radiografía nacional. Nadie está exento de un rebote de casos.
La heterogeneidad económica y geográfica de las provincias y la idiosincrasia propia de cada región son factores que juegan un rol determinante también en situaciones de crisis general, de características inéditas como la que nos toca atravesar.
Lo que ocurre con la pandemia en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense desnuda también una fricción política que trasciende lo folclórico de otras situaciones similares, que también se dan entre la mayoría las provincias pero que no gravitan en el plano de la política nacional como sí lo hacen los cruces entre Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof.